Si queres poner una canción de fondo mientras escuchas este newsletter, te recomiendo Throw the Fear de Tom Rosenthal

¡Hola! ¿Cómo estás? Yo estoy bien, aunque con la rutina medio desencajada. Febrero fue atípicamente movido: lo arranqué en España, lo promedié en Italia y lo cierro en Alemania. Fue un mes tan agitado que no sé ni por dónde empezar a contártelo, así que voy a saltarme al momento presente, exactamente mientras te escribo: hoy decidí seguir la tradición que arranqué en la entrega pasada (well they're not traditions if they're new diría Serena Van Der Woodsen pero esto no es Gossip Girl y las reglas de mis tradiciones las pongo yo así que silencio, mujer) y llevé al newsletter de cita. Elegí el barrio de Bergmannkiez, mi favorito en Berlín desde que lo conocí en 2017, el primer año de la tríada consecutiva de viajes a esta ciudad que terminaron derivando en que la cuarta sea la vez en que me termine quedando. Al buscar hospedaje esa primera vez no sabía muy bien por dónde empezar y, si bien googleé un poco, terminé eligiendo más o menos por intuición un departamento que me parecía bonito. Apenas llegué el primer día, dejé mis cosas y salí a recorrer el barrio sin saber muy bien qué me iba a encontrar, y sentí un amor enorme en el pecho a medida que descubría la belleza inmensa que me rodeaba: los cafecitos, los puestos de feria en la calle, las florerías, todo brillaba y yo sentía que brillaba con todo. Creo que ese fue el momento en el que cupido me flechó con esta ciudad: a mis 26, sola a muchísimos kilómetros de mi casa y mis afectos, sintiendo en algún punto de mi corazón que este era el lugar en el que quería estar. Durante el tiempo que habité ese departamento fui conociendo el barrio y, buscando lugares inspiradores para ir a escribir, me enamoré de la que hoy sigue siendo mi cafetería favorita: un lugarcito llamado Cuccuma. En ese momento iba a Cuccuma a escribir para mi blog y hoy vine también a escribir, pero esta vez para vos. Este café me encanta porque tiene una vibra cozy muy especial, al fondo hay como una cuevita de ladrillo con sillones y algunas butacas de cine que resulta un refugio hermoso cuando afuera hace mucho frío y querés calentar el alma con un cafe. Hoy no hace taaaanto frío para los parámetros a los que ya estoy acostumbrada, pero igualmente tengo mi cappuccino de avena y un porridge de canela al lado mientras te escribo.

Pienso en ese primer viaje largo a Berlín y en el miedo adrenalínico que sentí mientras le daba comprar al pasaje, y agradezco tanto pero tanto haberlo hecho... ¡Fue el primer paso que me terminó trayendo hoy hasta acá! Y casi siempre resulta que, si miro mi vida en retrospectiva, las cosas que más vértigo y miedo me dieron y que hice a pesar de eso son las que más satisfacciones me trajeron: venirme sola a Berlín, renunciar a la relación de dependencia para dedicarme a ser freelancer (y esa misma noche soñar que salía de la oficina y resultaba ser un avión del que tenía que saltar), hasta empezar a animarme a subirme a montañas rusas y terminar amándolas. Más recientemente aún, quizás viste en Instagram que hace poquito viajé sola a Madrid para grabar mi primer curso de Domestika... Ya te contaré más en detalle sobre esa experiencia más adelante cuando salga el curso, pero no te puedo explicar el pánico que me daba toda la situación y el nivel de exposición, y sin embargo lo hice igual. Armé el curso, viajé a grabarlo, recorrí la hermosa ciudad de Madrid y al otro lado del miedo no puedo estar más feliz por haberlo hecho.

Lo que quiero decir es que no creo que los valientes sean los que nunca tienen miedo de nada, creo que los valientes (y me animo a auto-agregarme a esta lista, falsa humildad quién te conoce) somos los que sentimos miedo y lo hacemos igual. Es más, creo que el miedo que se siente como vértigo, lejos de pedirte que no lo hagas, es una señal: te está tratando de decir de que eso que estás pensando en hacer está tan por fuera de tu zona de confort que por favor lo hagas, que se muere por ver qué pasa cuando atravesás ese umbral. De eso se trata esta entrega, te voy a compartir alguito para inspirarte e ideas para activar en la dirección del miedo, que no solo no es nuestro enemigo sino que, a veces, puede ser nuestro mejor consejero. ¿Arrancamos?

Un corto

The Man Who Was Afraid of Falling es un corto animado que cuenta la historia de Ivor, un viejito al que se le cae una maceta y comienza a tener una serie de reacciones paranoicas a partir de ese hecho, empezando a temerle a absolutamente todo lo que lo rodea. Escaparle al miedo solo sigue alimentando su poder, y eso queda clarísimo en esta hermosura de creación que podés ver completa acá.

Un poema de Benedetti

En el año 2013 apareció un manuscrito con dos poemas inéditos de Benedetti que habían quedado guardados adentro de un libro y nunca habían visto la luz, y creo que uno de ellos está super alineado con la temática de este mes. Se llama “Miedo y Coraje”y habla (canta, diría) sobre el hecho de que tanto miedo como coraje son, al final de cuentas, caras de una misma moneda. Lo podés leer acá.

El primer workshop que armé en mi vida

La primera vez que se me ocurrió que quizás tenía algo para compartir en forma de taller estaba en la ducha. Sí, así de cliché: momento eureka en la ducha. Salí corriendo mojando todo el piso y, desesperada, garabateé en un papel las palabras “passion projects”. Es que en ese momento conecté un par de ideas y me di cuenta de que las cosas que venía haciendo para mí (mi blog, mi club de lectura, la serie Minas a la Obra) tenían todas algo en común: ¡Eran passion projects! Lo cual significaba entonces, que si tenían algo en común quizás podía desmenuzar la estructura detrás de esos proyectos, encontrar la manera de enseñarla y salir a compartirla con el mundo. Me tomé unos días para darle forma al taller y lo saqué a la venta, así nomás. ¡Ah pero el miedazo que tenía no te lo explico! Ya me imaginaba a todo el mundo "¿Y esta quién se cree que es para enseñar un workshop?" "¿Qué sabe?" "¿A qué pony se subió?" El censor estaba como loco gritándome porquería, pero decidí dejarlo que comparta su feedback de siempre y seguir adelante, tratando de no darle mucha bola. Para mi sorpresa el taller tuvo una recepción increíble, se agotó en seguida (creo que en menos de un día no quedaban más lugares) y, pese a que hubo algún que otro shade indirecto por Twitter de personas a las que les molestaba que me esté animando a hacer algo distinto (vieron cómo es ese pozo llamado Twitter, ¿no?), por suerte no dejé que esos comentarios de mediocre opinando desde el sillón sobre la gente que sí se anima a hacer cosas (😇) me frenen. ¡Y miren hasta dónde llegó ese taller que nació en la ducha! Lo di decenas de veces en Buenos Aires, lo llevé a Córdoba, a Bahía Blanca, a Rosario, dos veces a Berlín, un montón de veces online y ahora a Madrid, para grabarlo con Domestika. Si hay algo que me gustaría que te quede de esta acécdota es que jamás dejes que tu censor (y muchísimo menos el de los demás) te frene de hacer algo que querés hacer. No tenés idea qué puede haber al otro lado del coraje, pero hay algo que muy probablemente sea seguro: va a ser increíble y mucho mejor que quedarte ahí inmóvil sin romper nada en el mismo lugar en el que estás.

Un proyecto: 100 days without fear

Desde que era chiquita Michelle Poler le tenía miedo a todo y, por lo tanto, le escapaba al mundo. Por eso, de adulta se cansó de su temor y decidió arrancar un proyecto: 100 días sin miedo. En él, se propuso encontrar cien cosas que le den miedo, hacerlas igual y documentar los resultados en una página web. Me parece una idea super inspiradora para hacer, quizás en una escala más pequeña (hacer una cosa que te de miedo por semana, por ejemplo) o, si sos de la secta del Bullet Journal como yo, también es una linda idea para agregar a algún spread en el formato que lo hace Michelle: ¿Cuál es el desafío? ¿Qué me da miedo al respecto? ¿Cómo fue la experiencia?. Creo que es una manera efectiva de hacer que nuestros miedos se enfrenten cara a cara con la realidad, y usar la experiencia pasada como ejemplo para la próxima que algo nos de cuiqui.

Un libro: Me and my fear

Conocí a Francesca Sanna haciendo research para esta edición y fue amor a primera vista. Así llegué a su libro Me and my fear, una belleza ilustrada que relata la amistad entre una nena y su miedo (un bichito tan adorable como acaparador). Es un libro para niños, lo cual no quita que quiera tenerlo YA en mi biblioteca y que me parezca una joyita absoluta. Si te copa que una cuenta cuentos te lo narre (yo quedé relajada, casi acunada, escuchándola) podés escucharlo en inglés acá. Si lo querés buscar en español, lo encontrás editado bajo el nombre "Mi miedo y yo".

Una misión creativa de La Baumhaus

La primera misión que hicimos en la historia de La Baum, allá por agosto de 2020, fue hacerle un regalo al miedo. La invitación era a responder las siguientes preguntas: ¿Cuáles son mis mayores miedos en relación a mi evolución personal? ¿Qué cosas que me gustaría estar haciendo no estoy haciendo por miedo? ¿Qué miedo siento que me está bloqueando hoy? ¿Qué gano con seguir bloqueada/o? Muchas veces los bloqueos creativos surgen por miedos inconscientes y, para superar un temor que nos bloquea, primero necesitamos reconocerlo, sacarlo afuera y exponerlo a la luz. Creo que la sanación, tanto creativa como en cualquier ámbito, llega al dejar de negar lo que nos pasa. ¡Y de eso se trató esta misión! De la consigna surgieron ilustraciones, poemas, canciones, fotos, un montón de regalos al miedo para exponerlo con amor. Por votación popular esta misión volvió en 2021 para el aniversario de La Baum, así que nuevas personas sumaron sus temores y sus regalos, aportando nuevas perspectivas y creatividad. Si querés ver algunas de estas misiones, acá te dejo la misión de Cande, la de Palo, la de Ani y la de Mery. ¿Te pareció linda la idea? ¿Qué pasa si le hacés un regalo a tu miedo vos también?

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Como siempre, en La Baumhaus vamos a estar expandiendo durante todo el mes la llamita que encendió este newsletter. En marzo vamos a estar creando alrededor del miedo con una misión creativa en duplas (los miedos hay que compartirlos, viejo), y vamos a debatir un libro sobre la relación entre arte y miedo que pinta buenísimo. Si te sumás este mes, además de participar de las propuestas de marzo, se te abre un mundo enorme de podcasts con todos nuestros debates de pelis y libros, las grabaciones de nuestras puestas en común, talleres y muchas cosas más. De verdad verdad verdad es un espacio lleno de amor e inspiración del que siempre te podés llevar algo nuevo. ¿Nos vemos por allá? ¡Ojalá que sí!

¡Eso es todo por este mes!

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Si querés recomendar este news, adelante y gracias.

Y si querés muy fuerte hacer algo pero te da miedo... cerrá los ojos y hacelo igual. Te prometo que la próxima vez que lo quieras hacer va ser más fácil.

Gracias por estar del otro lado, significa un montón. ¡Nos leemos el mes que viene!

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PD: siempre recibo con mucho amor respuestas de mis lectores y leo todos los mensajes, pero estoy trabajando en reducir al mínimo el tiempo que invierto en mi casilla de mails para maximizar el que paso creando propuestas que aporten valor y, también, disfrutando mi tiempo libre. Dicho eso: si me escribís alguna vez, no te ofendas si no te respondo: te prometo que te voy a leer y, también, que aprecio mucho que estés del otro lado.